12/5/08

Yanira -7-

7


Ésta ha sido, de forma muy resumida, mi vida de los últimos quince años, de los cuales diez fueron todo los tristes que ye he contado, y que a pesar de encubrirlos con esas cartas tan esperanzadoras y optimistas, no logré impedir el sucumbir en la angustia de una existencia inútil, estéril.

No sé si servirán estas líneas, que espero hayas tenido a bien leer, para disculpar mi conducta, que ahora calificaría de cobarde y débil —si que lo fuí, lo sabes bién—, impropia de la que nunca ha deseado dejar de ser amiga tuya. Lo soy, créeme, o al menos me gustaría llegar a serlo, ya que no estoy muy segura de qué pensarás de mí ahora que ya lo sabes todo; todo cuanto el mismo miedo a desilusionarte, me hizo ocultar, disfrazar.

Han pasado quince años. Quince años desde el día en que dejamos de vernos, en que nuestras vidas siguieron cursos distintos. Siempre he acusado un —imperceptible cuanto apenas— sentimiento de culpabilidad. Fuí yó la que forzó la separación la que me casé, la que me marché. Y después, todas aquellas cartas... Cuantas veces sentí la necesidad de contarte todo lo que sufría, todo el padecimiento que consumía mi vida, en silencio, sumida en las negras sombras del secreto. Mas nunca hallé el valor suficiente para hacerlo.

Esos años terminaron, pero tampoco vayas a creer que me resulta mucho más fácil ahora hablarte de todo aquello. Sencillamente poseo, sin duda, una fuerza de la que antes carecía. La fuerza que me dá la libertad y la confianza en mí misma, y la verdad es una de sus consecuencias más inmediatas.

Durante los últimos cinco años, preferí dejar de escribirte antes que seguir con mi farsa, con mis falsas esperanzas y fantasías. A la espera de encontrar el momento decisivo en que haría lo que ahora estoy haciendo. Tiempo me costó el lograrlo, y sé que más tiempo te costará asimilar tantas sorpresas de golpe. Porque un golpe, lo sé, es lo que suponen para tí todas estas revelaciones. Sólo te pido comprensión. Sólo eso.

No voy a prolongar más ésta exégesis que no quería ser justificación y ha acabado pareciéndola, siéndola.

Raquel, Te quiero.


No hay comentarios: