12/5/08

Yanira

Querida Raquel:


Revolviendo ayer los cajones de mi viejo escritorio la encontré. Si, creo que fué la última carta que te escribí, la última que tú ya no recibiste. Es extraño, ha pasado tanto tiempo... ¡quince años!. Dios mio, quince años… No intento, no quiero justificarme ahora, con la retrospectiva de todos estos años, no es eso. He descubierto —me han ayudado a descubrir— las razones, a veces desesperadas, que me llevaron a escribir todo aquello, tantas cartas, algunas muy bonitas, ¿no opinas lo mismo? No me gustaría que creyeras que he estado engañándote, mintiéndote intencionadamente, aunque sea eso, precisamente, lo que la gente, en su ignorancia, podrían pensar. Se que no va ser fácil que lo entiendas, pero estoy segura de que si sigues leyendo, podrás llegar a comprenderme.

En una ocasión me dijiste —estoy hablando de la época del colegio, cuando nos hicimos tan amigas— “lo importante no son las palabras, sólo son eso, palabras. Lo que de verdad trasciende es lo que piensas, lo que haces y el porqué lo haces”. Se me quedó grabado, ya ves.

Espero que sigas pensando de la misma forma. Si es así, puedo estar tranquila.

Más de cien cartas. No sé si son muchas o pocas. En diez años más de cien cartas. Te prometí que te escribiría todos los meses, al menos una vez. Y aunque no siempre fue así, te escribí tanto… todas esas cartas. Sabes que siempre me gustó tirar de la pluma, era una debilidad a nivel espiritual la que sentía por las letras, (es lo que hizo que nos conociéramos en la facultad, no lo olvides), y si te digo la verdad, más de una vez me quedé con las ganas de escribirte de nuevo, en la misma semana, el mismo día, lo que ocurre es que no quería preocuparte, que sospecharas que algo no funcionaba, no quería estropear esa relación tan “mágica” que manteníamos. Por otra parte, el dejar los estudios para dedicarme a mi casa y a Jaime, me trajo como consecuencia un montón de tiempo libre. Me aburría, así que era un consuelo ponerme a contarte mis cosas. Más tarde, como ya sabes, mi vida se animó mucho, aunque lentamente, muy poco a poco.

¡Ya estoy otra vez! En realidad NO SABES cuánto cambió mi vida, qué distinta era de lo que te contaba. Así pues se trata de eso, de hacerte un relato sincero de todos estos años, una verdadera confesión. Me engañaba a mí misma y sin quererlo te confundí a tí. No fue conscientemente, créeme, pero ahora siento la necesidad de explicarme, explicarte cómo fue mi vida desde el momento en que nos separamos, desde el día que me casé. Hace ahora quince años

Ya es tiempo suficiente. Y bueno, he pensado que la mejor manera de hacerlo es de la mejor forma que sé expresarme: escribiendo. Es por eso que te pido, por favor, que no dejes de leer lo que sigue, hasta el final. Sé que es la única manera de que puedas entender mi vida, entenderme a mí.


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